Lunes 30 de Septiembre 2013
Hoy, como casi todos los
días, he dormido a duras penas hasta las ocho de la mañana. Sí, hoy, no he ido
al instituto como tampoco fui la semana pasada, y ello es debido, a que estoy
experimentando un estado de ansiedad que me indispone. Y aunque estuve
reposando durante toda la semana anterior para el Lunes poder reincorporarme a
las clases, el suceso, protagonizado por mi “padre”, que se produjo el Domingo
me llevó al borde de un ataque de nervios. Y es que, al acudir a la casa de mi
progenitor a recoger ciertas pertenencias, que aún residían en semejante
casucha, Raúl, advirtió que todos los juegos de la Play Station 2 que
por tantos años había custodiado, mágicamente se habían evaporado. Como lo
oyen, nuestro padre, persona que nos ha dado la vida, sin previo aviso ni
permiso había osado tomar la colección de videojuegos que hasta entonces
pertenecía a mi hermano para, como no, venderla con el único propósito de
quemar su hígado con aquel veneno denominado “cerveza” que poco a poco se va
cobrando neurona por neurona.
Nuestro padre, NUESTRO PROPIO
PADRE nos había robado, ocultado la verdad y posteriormente huido con el rabo
entre las piernas cuando los “problemas” que tenía por hijos acudían a su
puerta.
Así pues, con el disgusto y el desazón tras el robo producido, mi madre
y un amigo de Raúl, acudieron a nosotros para tomar cuanto antes todos los
objetos personales que aún residiesen en esa casa.
Caja, por caja, fueron
trasladadas en coche hasta nuestra nueva “vivienda” teniendo así, que cargar
con paquetes repletos de objetos pesados, así como un ordenador y un
microondas, cuatro pisos arriba y sin ascensor, y todo por miedo a que el
desgraciado que tengo por padre se dedique a vender nuestras pertenencias para
llenar su estómago de la mierda que se bebe.
En una de las idas y venidas,
mi cuerpo se resintió y perdí el conocimiento de modo que, caí por las
escaleras aunque por ventura, al estar agarrada a la barandilla no me hice
ningún daño relevante. La noche terminó sin más percances.
Así, llegamos al día de hoy,
en el que nuevamente he acudido junto a Amanda al médico a causa de mi
inestable salud. Me han dado cita para realizar una analítica, estoy
preocupada, realmente no sé que me sucede, de hecho de lo único que tengo
certeza es de que me siento muy débil y anémica.
Tras la visita al centro
médico, nos hemos dado una vuelta por casa del desgraciado y como siempre,
estaba durmiendo en el sofá con sus mugrientos pies negros y pestilente olor
corporal. Cuando el sinvergüenza
ha advertido nuestra presencia no ha sabido ni que decir al respecto así que ha
hecho lo único que un hombre como él puede hacer, irse al bar. Y supongo que no
le quedaba otra, mas después de la escena
que le montamos entre mi madre y yo el día de ayer, poco podía decir,
pero ello no le exime de ser un malnacido.
Tomamos algunas de nuestras
fotografías y recuerdos y de nuevo volvimos a la casa se mi-tutelada. Hoy, por
suerte, no hemos recibido ninguna visita por parte de los asistentes a nuestro
cargo, pues su sola presencia no nos resulta, en absoluto, grata ya que nos
tratan como si de mindundis nos
tratásemos cuando nuestro único problema no es más que el vil metal, no
tenemos ni hemos tenido
ningún problema con la justicia, sin embargo no hacen distinción alguna.
Pero ese es otro tema que ya trataré con más precisión.
Mientras que mi hermano aún
permanece en la universidad, nosotras nos hemos dedicado a ver fotos de la
niñez y a rememorar acerca de los buenos tiempos, buenos tiempos en el que el
dinero no era el mayor de nuestros problemas, ¿Y si pudiera volver atrás en el
tiempo...?
Sin nada más que contar me
retiraré, buenas noches y mis más sinceros deseos para todos aquellos que
estáis en mi misma situación, y a los que no, les deseo la mejor de las
suertes.
Estela.
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